¿Vos
estas ojeado?. Siempre que venís del curso tenés el mismo dolor de cabeza.
¿Querés que te cure?. Asentí, sonriendo por dentro, de su creencia sobre el
ojeado.
Movía
sus labios y bostezaba exageradamente. Al rato se cayo, me miro detenidamente.
-
¿Cómo estas ahora? – preguntó.
Le
dije que bien por dos motivos, uno porque la quería y dos porque se me había
ido el pertinaz dolor de cabeza.
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