- ¿Aquí es donde venís a escribir cuentos?
– Dijo en la puerta de la casa rosa. Entramos. Una persona muy amable nos hizo
recorrer toda la Peña, en ese momento vacía. Cuando salimos señalo:
- Es un buen lugar, debe haber buena gente.
Y muy orgullosa de su percepción, cuando
salimos de la calle
Güemes , me abrazo y me dió un tierno beso.
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