sábado, 20 de abril de 2013

Marta III


- ¿Aquí es donde venís a escribir cuentos? – Dijo en la puerta de la casa rosa. Entramos. Una persona muy amable nos hizo recorrer toda la Peña, en ese momento vacía. Cuando salimos señalo:
- Es un buen lugar, debe haber buena gente.
Y muy orgullosa de su percepción, cuando salimos de la calle Güemes, me abrazo y me dió un tierno beso.

Marta II


- Sos el numero siete – y me regalo una estrella dorada de cinco puntas con un numero siete de gran tamaño.
- Pegalo en la puerta de tu dormitorio para que no entre el mal.
Lo dijo con tal convicción que así lo hice mientras me miraba con tanta ternura que la abracé y le recordé que por algo hace cincuenta años que estamos juntos aunque no convivamos. 

Marta I


¿Vos estas ojeado?. Siempre que venís del curso tenés el mismo dolor de cabeza. ¿Querés que te cure?. Asentí, sonriendo por dentro, de su creencia sobre el ojeado.
Movía sus labios y bostezaba exageradamente. Al rato se cayo, me miro detenidamente.
- ¿Cómo estas ahora? – preguntó.
Le dije que bien por dos motivos, uno porque la quería y dos porque se me había ido el pertinaz dolor de cabeza.