miércoles, 13 de octubre de 2010

Algo especial


Una fiesta insólita y brillante…Totalmente inesperada.

Ella estaba hermosa, era realmente diferente para mis ojos exigentes, levemente alterados por el consumo delicioso del excelente champagne. Cuando la vi pensé que la muchacha de ojos alocados y manos como pájaros sería mi compañera, la que estaba esperando. Rió sonoramente como campanas celestiales cuando le dije que Cupido era un chiquilín tropezante que jamás podría andar cayéndose si no que siempre estaría firme como mi intempestivo amor. Ella se apretujó a mi cuerpo emanando un calor pleno de primitivo deseo. Nos besamos y acariciándonos nos dirigimos a un hermoso hotel frente al mar. En un juvenil e impaciente vértigo que se consumó en dos días porque la muchacha era hermosa. El tercer día sentí como en la noche un poco casual que se encontraron casados y mirándose con sorpresa como diría en un cuento Abelardo Castillo. Pasaron las horas, yo la veía no tan hermosa como al principio, como si la magia hubiera desaparecido y me quedaron flotando con dolor sus palabras, algo que ella había dicho con tono intrascendente e ingenuo de las grandes revelaciones: -todo estuvo fantástico pero se terminó…-y se despidió sonriendo dulcemente…

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