Un familiar querido me cobraba cincuenta pesos
cada vez que venía a desayunar
y me aconsejaba sobre el uso de Internet…
Un día le dije con enojo:
-Cómo es posible que te pague cada vez que venís!!
Lo pensó y dijo:
-Es cierto, soy tu hijo.
-De ahora en más pagame cuarenta y ocho.
Acepté gustoso, porque lo quiero…
No hay comentarios:
Publicar un comentario