
Vos que me amás creeme,
el tiempo no existe,
tan sólo es un invento de relojeros suizos…
Sigo viendo tu desdeñosa risa en la helada noche,
que me acicatea.
A veces te imagino desnuda y sola
en una habitación vacía y blanca,
frente a un gran espejo,
llamándome…
La vida es un absurdo de tres por tres
con una ventana dibujada
en la gruesa pared.
Yo te provoco
para que de una vez
te animes a mirar
por la ventana de tu sexo.
Después,
juntos,
romper la puerta de lo cotidiano
y con tus redondos ojos,
de cristalinos nuevos,
ver ese mundo raro
donde siempre es presente…
1 comentario:
un reloj de arena sin arena.Un texto ideográfico.Un inevitable críptico
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